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domingo, 5 de mayo de 2013

DE LOS ASESINOS DE DIOS A LA RAZA INDESEABLE. LA NACIÓN MEXICANA, EL ANTISEMITISMO Y SU EXPRESIÓN ANTI-INDÍGENA publicado en la revista CONSTELACIONES



De los asesinos de Dios a la raza indeseable; la nación mexicana, el antisemitismo y su expresión anti-indígena.

Mauricio Pilatowsky

1. Antisemitismo y anti indigenismo
En el título de esta reflexión se vinculan dos formas de exclusión: el antisemitismo y el odio a los indígenas en México; en los dos casos se sugiere un tránsito del contexto religioso al racial. Para explicar cómo llegamos a esta particular forma de relacionar dos fenómenos de exclusión aparentemente distantes hemos recurrido a las herramientas que nos proporciona la Teoría Crítica. Es importante comenzar por aclarar que el odio a los judíos en México no es un fenómeno relevante, se podría afirmar que para los más de cien millones de mexicanos, la minoría judía le es ajena y que más bien se la identifica con el grupo de los blancos de origen extranjero.
          Para explicar cómo es factible hablar de una expresión del antisemitismo que no consiste en un odio a los judíos sino más bien a otro sector de la población nos apoyamos del análisis que realizaron Adorno y Horkheimer en un texto escrito en 1942 titulado La Dialéctica de la Ilustración[1], como introducción a su propuesta, que se ira recuperando con detalle a lo largo de la exposición, podemos adelantar que lo que debe entenderse es la mecánica de la exclusión en sí misma, y no definirla a partir de la identidad del excluido. Es en este sentido en el que encontramos similitud entre los casos,  los componentes de los discursos y las prácticas de discriminación del anti-indigenismo en México  se entienden como expresiones particulares del mismo sistema que se instrumentó en Europa contra los judíos.

2. Dinámicas de exclusión en el caso mexicano
En el caso específico de México nos encontramos que la exclusión se manifiesta en un doble sentido: el más inmediato hacia la población indígena que representa más o menos un 10% de la población y el más complicado, el que se reproduce al interior de cada uno de los pobladores del sector mayoritario del país al que se le define como “mestizo” y que, en su imaginario, se debate entre su identificación con su genealogía europea y a su vez con la indígena. El grueso de la población mexicana admira, sobrevalora y excluye al extranjero, y desprecia, rechaza y se diferencia del “indio”. Ambas figuras están en su estructura imaginaria y su proceso de identificación-diferenciación se caracteriza por esta fractura.
          El tránsito del odio a los judíos de considerarlos “los asesinos de Dios” (Cristo) para convertirlos en la raza indeseable tiene un paralelo en el caso del odio a los indígenas; un objeto distinto pero un mecanismo similar. En estas zonas el color de la piel se convirtió en un distintivo para identificar y diferenciar a los conquistadores, blancos católicos, de los conquistados,  “indígenas” paganos y a sus respectivos descendientes. Al paso de los siglos, y con el proceso del mestizaje esta distinción se interiorizó y se convirtió en un asunto de matices cromáticos.
     Antes de continuar con la exposición es conveniente recordar que en el mismo momento en el que los judíos son expulsados de España en 1492 comienza el proyecto colonizador y el encuentro con los pobladores de lo que los conquistadores denominaron “América”. En otras palabras podemos ubicar una misma genealogía para dos procesos paralelos de discriminación en los albores de la modernidad, del rechazo y fomento del odio a los judíos y el del sometimiento y colonización de aquellos que estos mismos colonizadores denominaron “indígenas”.
En ese mismo sentido es importante considerar que la Inquisición utilizó los mismos mecanismos para perseguir a los judíos forzados a la conversión y a los “indígenas”  a los que también se les impuso la cristianización. La imposición de una sola fe para el proyecto imperial español colocó a todos sus disidentes en una misma estrategia de persecución y condena.

2. Vigencia del racismo en México  
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) de México realizó un estudio[2]  donde se replicaba uno que se aplicó en los Estados Unidos por  Kenneth y Mammie Clark en los años treinta. En éste se colocan dos muñecos, uno blanco con ojos azules y otro moreno con ojos oscuros,  ante la mirada de niños de diez años aproximadamente y se les hacen preguntas con respecto a estos muñecos. ¿Cuál te gusta más?, ¿Cuál te provoca más confianza?, ¿Cuál es bueno? y preguntas en el sentido negativo: el que te disgusta, te da miedo y es malo. En la gran mayoría de los casos lo positivo se le asigna al blanco y lo negativo al moreno. Lo interesante es que la mayoría de los participantes son morenos. Este experimento ha sido cuestionado desde distintas posturas y a nuestro juicio no puede ser utilizado por sí mismo como una demostración definitiva de la existencia de esta particular forma de racismo, sin embargo existen otros estudios del mismo CONAPRED que refuerzan estos datos.
          Lo que los niños expresan constituye parte de los imaginarios colectivos en México, los modelos que se utilizan en los anuncios publicitarios son mayoritariamente blancos, y en la lengua popular se felicita al que consigue una pareja más blanca porque “mejora la raza”. A Los políticos se les maquilla para “blanquearlos” y en los programas de televisión se le da preferencia a los más blancos. El lema de la Universidad Nacional Autónoma de México es Por mi raza hablará el Espíritu y a lo que realmente se refiere es a la Raza Blanca y al Espíritu Santo[3].

3. La aproximación desde la teoría crítica
          Lo que podemos observar es que, a diferencia de otras manifestaciones donde un sector discrimina a otro, en el caso de México también lo encontramos al interior de la misma comunidad donde lo “blanco” y lo “indígena” se ha mezclado en el proceso de mestizaje. En un mismo individuo se desarrolla este sentimiento complejo donde valora su “blanquitud” y rechaza sus aspectos “indígenas”.
   En búsqueda de explicaciones para este mecanismo que se ha interiorizado y fractura a individuos y colectivos presentaremos brevemente algunos aspectos del desarrollo de este proceso de exclusión a partir de las claves que Adorno y Horkheimer encontraron en la Segunda Guerra Mundial para entender el odio a los judíos. Para utilizar la expresión de Walter Benjamin intentaremos “peinar la historia” del racismo mexicano “a contrapelo”[4]. La genealogía del imaginario colectivo mexicano remite al momento de la Conquista en el siglo XVI.

4. La Conquista
La descripción de lo sucedido en el aquel entonces nos llega por distintos canales, uno de los más confiables es el que nos proporciona Fray Bartolomé de las Casas, misionero dominico que acompañó a los conquistadores españoles buscando la evangelización de los indígenas; en sus relatos quedó de manifiesto la brutalidad de la Conquista. A continuación presentamos un  fragmento de su testimonio:

Entre otras matanzas hicieron ésta en una ciudad grande, de más de treinta mil vecinos, que se llama Cholula: que saliendo a recibir todos los señores de la tierra e comarca, e primero todos los sacerdotes con el sacerdote mayor a los cristianos en procesión y con grande acatamiento e reverencia, y llevándolos en medio a aposentar a la ciudad, y a las casas de aposento del señor o señores della principales, acordaron los españoles de hacer allí una matanza o castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor e braveza en todos los rincones de aquellas tierras. […]Todos ayuntados e juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban, pónense a las puertas del patio españoles armados que guardasen y todos los demás echan mano a sus espadas y meten a espada y a lanzadas todas aquellas ovejas, que uno ni ninguno pudo escaparse que no fuese trucidado. A cabo de dos o tres días saltan muchos indios vivos, llenos de sangre, que se habían escondido e amparado debajo de los muertos (como eran tantos); iban llorando ante los españoles pidiendo misericordia, que no los matasen. De los cuales ninguna misericordia ni compasión hubieron, antes así como salían los hacían pedazos.[5]

     La descripción es realmente desgarradora, no se trata de un evento excepcional, más bien ejemplifica la forma en la que se desarrollo la Conquista. En su relato el misionero hace mención del móvil de tan brutal carnicería, explica que las víctimas no representaban una amenaza, más bien lo contrario, recibieron a los españoles en forma hospitalaria, por lo que no fue ni el miedo ni la defensa; lo que los impulso fue una estrategia de dominación; lo que buscaron fue sembrar el miedo. Es importante destacar este aspecto para entender cómo a lo largo de siglos de colonización y con el miedo se fueron quebrando las resistencias psicológicas y se fue interiorizando una valoración a lo blanco y un rechazo a lo “indígena”. Esto recuerda la afirmación de Nietzsche: <doler
  permanece en la memoria>>[6] 

5. El trasfondo religioso

5.1. Adorno y Horkheimer:

Adorno y Horkheimer, para analizar el antisemitismo que se desarrolló en la sociedad cristiana, se detienen en lo que ellos definen como un retorno a la idolatría. 

El Dios judío exige lo que le corresponde y ajusta las cuentas con los perezosos. Él cautiva a su criatura en la red de la culpa y el mérito. Frente a ello, el cristianismo ha subrayado el momento de la gracia, el cual, por cierto, se hallaba implícito en el mismo judaísmo en la alianza de Dios con los hombres y en la promesa mesiánica. El cristianismo ha atenuado el terror del absoluto al rencontrarse a sí misma la criatura en la divinidad: el mediador divino es invocado con nombre humano y muere de muerte humana. Su mensaje es: <>; la ley se desvanece ante la fe; más grande que toda majestad es el amor, el único mandato.
   Pero en virtud de los mismos momentos mediante los cuales disuelve el encantamiento de la religión natural el cristianismo vuelve a reproducir, espiritualizada, la idolatría.[7]

La propuesta cristiana busca sustituir el cumplimiento de la ley por la gracia que otorga la fe. Lo que aparece como un don amoroso de la trascendencia se convierte en un retorno a la idolatría porque la creencia en el dios encarnado que se sacrifica no deja de ser un mito aunque se presente “espiritualizado”. La fe en Cristo contiene un deseo reprimido de practicar rituales sacrificiales ya que en la crucifixión lo que se escenifica es un martirio y asesinato justificado teológicamente; es la vuelta a la etapa de los sacrificios que el judaísmo había superado por medio del cumplimiento de la ley. El odio a los judíos es un odio proyectivo, una auto condena inconsciente del cristiano por sus deseos reprimidos y de ahí la invención que el judío realiza prácticas sacrificiales. “A los judíos en general se les dirige la acusación de practicar una magia prohibida, un ritual sangriento. Sólo así, disfrazado de acusación, el deseo inconsciente de los autóctonos  de volver a la práctica sacrificial mimética celebra su alegre resurrección en la conciencia de éstos.[8]

5.2. Sepúlveda y el anti indigenismo religioso

En el caso mexicano la idolatría espiritualizada de la que hablan Adorno y Horkheimer se proyectó sobre los  llamados indígenas. Es cierto que en algunas de estás culturas se realizaban sacrificios humanos y por lo mismo la estrategia fue distinta a la empleada con los judíos; no se inventaron rituales pero sí se sobredimensionaron los alcance de las prácticas sacrificiales. En la disputa o controversia entre Bartolomé de las Casas  y Ginés de Sepúlveda en la Villa de Valladolid en el año de 1552 podemos encontrar un claro ejemplo de esta forma de demonización. Sepúlveda hace una apología de la Conquista y el genocidio que la acompañó por medio de un siniestro cálculo aritmético del alcance de los sacrificios.


[…] porque en la nueva España a dicho de todos los que de ella vienen y han tenido cuidado de saber esto: se sacrificaban cada año mas de veinte mil personas: el cual numero multiplicado por treinta años que ha que se ganó y se quitó este sacrificio: serían ya seis cientos mil: y en conquistarla a ella toda: no creo que murieron más numero de los que ellos sacrificaban en un año. Y también por esta guerra se evita la perdición de infinitas ánimas de los que convertidos a la fe se salvaran presentes y venideros. Y como dice Sant Agustín en la Epístola 75. Mayor mal es que se pierda un ánima que muere sin baptismo: que no matar innumerables hombres aunque sean inocentes.[9]

La postura de Las Casas es contraría a Sepúlveda, sale en defensa de los indígenas y cuestiona las prácticas que define como tiránicas, en su respuesta da cuenta de lo equivocado del cálculo que hace su oponente y de lo que motiva esta exageración:
Lo segundo digo que no es verdad decir que en la Nueva España se sacrificaban veinte mil personas, ni ciento, ni cincuenta cada un año, porque si eso fuera no hallaríamos tan infinitas gentes como hallamos. Y esto no es sino la voz de tiranos, por excusar y justificar sus violencias tiránicas y por tener opresos y por desollar los indios, que de la vendimia que hicieron restaron por esclavos, y tiranizallos. [10]

          Como se puede constatar en estos fragmentos el tema del “sacrificio” es central, tanto en la apología de la Conquista como en su cuestionamiento. El sacrificio brutal y metódico de millones de personas a manos de los españoles se acompañó de un discurso donde se le justifica por combatir el sacrificio, una paradoja que nos ayudan a comprender Adorno y Horkheimer al analizar lo que el Cristianismo mantiene en su estructura teológica y proyecta sobre aquellos que convierte en sus víctimas.  


5.3. Sobre el sentido excluyente del universalismo cristiano
La dinámica violenta y exterminadora que ha surgido en distintos momentos dentro de la sociedad cristiana a lo largo de su historia se ha presentado con lo que se podría definir como un “antídoto” que surge en su interior y se enfrenta a esta violencia. En el caso de  la colonización nos encontramos con muchas expresiones de este cristianismo humanista que buscó revertir los procesos de exterminio y esclavización; en la lucha que encabezó Fray Bartolomé de las Casas vemos un ejemplo de esta otra parte del cristianismo. Sin quitarle méritos a su defensa de los indígenas debemos analizar con cuidado los argumentos que la componen.
           De vuelta a nuestro estudio comparativo entre el Antisemitismo y el Anti indigenismo nos encontramos con las reflexiones de  Reyes Mate, en su estudió sobre La cuestión judía de Marx donde nos comenta lo siguiente:
“Si el judío excluye a los demás de la elección, el cristianismo lo hace de la condición humana, por eso su exclusión es mayor. El universalismo cristiano excluye al hombre. Si el cristianismo se presenta como la superación del judaísmo, hay que concederle que tiene razón en asuntos de exclusiones: lo suyo es la exclusión universal.[11]

El filósofo español llega a esta conclusión a partir de su comprensión de la teología cristiana donde se vincula la salvación universal con la creencia en Cristo; de acuerdo a esta visión de la trascendencia todos los seres humanos son sujetos de salvación siempre y cuando crean en Cristo. Esta postura busca terminar con el exclusivismo judío, de sentirse un pueblo elegido superior a los demás al permitirle a todos ser parte del proyecto divino de salvación, en ese sentido nos encontramos con una emancipación universal a diferencia del sectarismo judío. Lo que encuentra Mate al condicionar la universalidad en la creencia de una determinada forma de comprender la trascendencia, es la segregación de los que no lo hacen y de ahí que sea una forma de exclusión universal. Ya no se trata de que un grupo se sienta superior a otro y que sostenga que sus creencias los convierte en elegidos, aquí no se trata de ser mejores y de ver con inferioridad a los demás, en este sentido más bien se trata de una pertenencia universal de los que creen y una exclusión en ese mismo sentido de los que no lo hacen.
5.4. Las casas y la defensa de los indios en cuanto se les puede evangelizar.
Fray Bartolomé de Las Casas, en su defensa a los indígenas, reproduce esto que Mate entiende como sentido excluyente del universalismo cristiano. Como parte de sus argumentos contra Sepúlveda sostiene lo siguiente:

Los indios son de tan buenos entendimientos y tan agudos de ingenio: de tanta capacidad y tan dóciles para cualquiera ciencia moral y especulativa doctrina: y tan ordenados por la mayor parte proveídos, y razonables en su policía, teniendo muchas leyes justísima: y tanto han aprovechado en las cosas de la fe y religión Cristiana y en las buenas costumbres, y corrección de los vicios, dondequiera que han sido doctrinados por los religiosos y por personas de buena vida, y aprovechan cada día cuanto nación en el mundo se halló después de subidos los Apóstoles al cielo y hoy se hallarían.[12]

          Aquí Las Casas utiliza como argumento en defensa de los indígenas su disposición a ser cristianizados y como el mismo dice a “corregir sus vicios”. No los defiende como humanos, sean cuales sean sus costumbres y ritos, lo que les hace acreedores a ser parte de la salvación es el adoptar la fe cristiana, aquí se presenta  la misma dinámica que con los judíos y por lo mismo se inscribe en lo que Reyes Mate define como “universalismo cristiano excluyente”.

6. La Independencia

6.1. Fray Servando Teresa de Mier. Sermón Guadalupano 1794
Más de dos siglos después de la Conquista en el año de 1810, y sin que la situación de los indígenas hubiera mejorado, vino el proceso de independencia. Uno de los rebeldes fue otro fraile Dominico llamado Fray Servando Teresa de Mier. Como parte de sus argumentos a favor de la independencia de España, Mier nos presentó una visión muy particular de la historia.  En un sermón que pronunció en 1794 se confrontó con la versión oficial de la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, a continuación un fragmento del mismo:

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe no está pintada sobre la tilma de Juan Diego sino sobre la capa de Santo Tomás Apóstol de este reino. [...]
  Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de nuestra Señora de Guadalupe ya era muy celebre y adorada por los indios ya cristianos, en la cima plana de esta sierra de Tenayuca donde la erigió templo y colocó Santo Tomás. [...]
  Apostatas los indios muy en breve de nuestra religión maltrataron la imagen que seguramente no pudieron borrar, y Santo Tomás la escondió hasta que 10 años después de la conquista apareció la Reina de los Cielos a Juan Diego pidiendo templo, y le entregó la última vez su antigua imagen para que la presentase ante el señor Zumárraga. [...]
  La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es pintura de los principios del siglo primero de la Iglesia, pero así como su conservación su pincel es superior a toda humana industria, como que la misma Virgen María se estampó naturalmente en el lienzo viviendo en carne mortal.[13]

          La influencia de la Ilustración en México condujo a un sector a buscar la independencia de España, eran en su mayoría criollos blancos que ante la invasión francesa de España buscaban la autonomía.  Sus reivindicaciones se construyeron en parte bajo la ficción de una supuesta cristiandad ya existente en los pobladores prehispánicos buscando demeritar el proceso evangelizador de los conquistadores españoles. Es importante señalar que Teresa de Mier se identificó con Las Casas, incluso escribió un prologo  a su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, también defendió la emancipación de los indígenas y entendió su humanidad a partir de su ser cristianos. En el caso de Las Casas esto se explicaba por su disposición a ser evangelizados, mientras que para el rebelde independentista habían sido convertidos ya en el siglo primero y de ahí la construcción mitológica de un encuentro con el apóstol Tomás y la Virgen María en persona.
          Esta fabula que construye Teresa de Mier contiene también un episodio que recuerda la postura cristiana frente a los judíos; en un lugar comenta; “Apostatas los indios muy en breve de nuestra religión maltrataron la imagen que seguramente no pudieron borrar”. La supuesta apostasía de los indígenas que los lleva a desconocer la aparición de Jesús, Santo Tomás y la Virgen María, recuerda la actitud que se les adjudica a los judíos en la Palestina del siglo I. En los dos casos se hace hincapié en la negativa a reconocer la verdad y de ahí que se justifique su maltrato. Desde la perspectiva del católico, incluso de aquel que reivindica la formación de una nación independiente, el aspecto de la universalidad excluyente del cristianismo sigue vigente como en el caso de Fray Servando Teresa de Mier. 

7. Fascismo y racismo en Europa
Para comprender el tránsito de la visión religiosa al racismo moderno retomamos las reflexiones de Adorno y Horkheimer en la Dialéctica de la Ilustración, en el capítulo sobre el Antisemitismo ellos explican que en el fascismo existió una aparente separación de los contenidos religiosos pero en el caso del odio a los judíos lo que se observa es una continuación, e incluso una radicalización que condujo a “Auschwitz”.

El antisemitismo fascista quiere prescindir de la religión. Afirma que se trata sólo de la pureza de la raza y de la nación. Se dan cuenta de que los hombres han renunciado hace tiempo a la preocupación por la salvación eterna. El creyente medio es hoy ya tan astuto como en otro tiempo sólo podía serlo un cardenal. Acusar a los judíos de obstinados increyentes no pone ya a las masas en movimiento. Pero la hostilidad religiosa que impulsó durante dos mil años a perseguir a los judíos difícilmente se ha apagado del todo. El celo con el que el antisemitismo repudia su tradición religiosa muestra, mas bien, que aquélla anida es éste no menos profundamente que en otro tiempo lo hacía la idiosincrasia profana en el celo religioso.[14]

Estos filósofos rechazan el argumento que sostiene que en el fascismo, por medio de la utilización de la ciencia, se ha prescindido del espíritu religioso  en su odio a los judíos; ellos encuentran que la hostilidad religiosa secularizada alimenta las nuevas expresiones del antisemitismo. Algo similar podemos encontrar en el caso del racismo mexicano.

8. Del anti indigenismo religioso al racismo moderno
En el México posrevolucionario encontramos que el tratamiento discriminatorio a los indígenas cambió de argumentación en forma parecida al antisemitismo europeo. El estudio de Adorno y Horkheimer puede aplicarse en este caso y nos permite comprender su dinámica. De ser los “salvajes” que realizan sacrificios y rituales paganos los indígenas se convierten en “raza”. 

8.1. Vasconcelos y la Raza Cósmica

El que mejor expreso y articuló este tránsito fue sin lugar a dudas José Vasconcelos (1882-1959); Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y Secretario de Educación Pública, conocido por impulsar la educación y la cultura en el México posrevolucionario y también por su catolicismo radical. Sus posturas racistas lo llevaron durante la Segunda Guerra Mundial a editar la revista Timón[15]  financiada por los nazis. En 1956 escribió el prólogo al libro de Salvador Borrego, Derrota Mundial; Supracapitalismo y Marxismo en Pareja Globalizadora[16] donde presenta como “importante” este texto sinarquista que niega el Holocausto y defiende el nacionalsocialismo. En 1950 recibió en España la condecoración Isabel la Católica.
En la lectura de sus memorias podemos encontrar elementos que remiten al anti indigenismo católico. En ellas cuenta Vasconcelos que su madre le inculcó el catolicismo acompañado de un miedo paranoico a los indígenas. Primero describe lo que se le trasmitió con respecto a la supuesta naturaleza de los apaches. Es pertinente señalar que parte de su infancia se desarrolló en el norte del país.
Pero, en torno, la región vastísima de arenas y serranías seguía dominada por los apaches, enemigo común de las dos castas blancas dominadoras: la hispánica y la anglosajona.  Al consumar sus asaltos, los salvajes mataban a los hombres, vejaban a las mujeres;  a los niños pequeños los estrellaban contra el suelo y a los mayorcitos los reservaban para la guerra;  los adiestraban y utilizaban como  combatientes.[17]

          Mas adelante describe como la madre le inculcaba una misión evangelizadora a partir de su anti indigenismo:
“Si vienen los apaches y te llevan consigo, tú nada temas, vive con ellos y sírvelos, aprende su lengua y háblales de Nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros y por ellos, por todos los hombres.  Lo importante es que no olvides;  hay un Dios Todopoderoso y Jesucristo, su único hijo.  Lo demás se irá arreglando solo.”[18]

Para retomar lo que Adorno y Horkheimer señalaron con respecto del tránsito de los contenidos religiosos a expresiones racistas trasladarlo al caso de Vasconcelos sería pertinente recuperar sus propuestas en su libro titulado La raza Cósmica. Este fue un texto que se publicó en 1925, después de la revolución y en la época en la que se dedicó a impulsar la educación y la cultura, por lo que podríamos afirmar que en cierto sentido refleja lo que motivaba este proyecto.
Vasconcelos presenta su racismo como “estético” para marcar una distancia con el racismo europeo; afirma que la raza blanca e hispana es superior y que por un proceso de selección, por el “buen” gusto, las “mezclas” raciales sufrirán una “depuración”. Sostiene el pensador mexicano que no es necesario imponer nada por la violencia ya que se elegirán a los más bellos, que a su entender son los blancos, a los más ricos que también lo son y a los más educados donde entra el factor religioso católico. Lo que escribe es lo siguiente:
 Donde manda la pasión iluminada no es menester ningún correctivo.  Los muy feos no procrearán, ¿Qué importa entonces que todas las razas se mezclen si la fealdad no encontrará cuna? La pobreza, la educación defectuosa, la escasez de tipos bellos, la miseria que vuelve a la gente fea, todas estas calamidades desaparecerán del estado social futuro.  Se verá entonces repugnante, parecerá un crimen el hecho hoy cotidiano de que una pareja mediocre se ufane de haber multiplicado miseria.   El matrimonio dejará de ser consuelo de desventuras, que no hay por qué perpetuar, y se convertirá en una obra de arte.[19]

Para que no quedé ninguna duda al respecto nos aclara que: “El indio no tiene otra puerta hacia el porvenir que la puerta de la cultura moderna, no otro camino ya desbrozado de la civilización latina”.[20] En forma aparente hace una defensa del mestizaje pero en realidad lo que propone es un racismo blanco: “Los tipos bajos de la especie serán absorbidos por el tipo superior.  De esta suerte podría redimirse, por ejemplo, el negro, y poco a poco, por extinción voluntaria, las estirpes más feas irán cediendo el paso a las más hermosas”.[21] Cuando habla de la más bella y por lo mismo de lo mejor a lo que se refiere es que; “quizá entre todos los caracteres de la quinta raza predominen los caracteres del blanco, pero tal supremacía debe ser fruto de elección libre de gusto y, no resultado de la violencia o la presión económica.”[22] En conclusión podemos ver como en las posturas de Vasconcelos la discriminación anti indígena de origen católico se convierte en un racismo  anti indígena, anti chino[23], anti negro y más adelante anti judío[24].

9. Diego Rivera

El anti inti indigenismo que a lo largo de los siglos de dominación se convirtió en un elemento central del imaginario mexicano puede localizarse en distintos ámbitos del espectro político y social. Un ejemplo de esto lo encontramos en las declaraciones de uno de los artistas más importantes y reconocidos de México; Diego Rivera (1886-1957). Como parte del proyecto educativo y cultural de Vasconcelos, Rivera fue contratado para pintar murales en lugares públicos para crearle un “rostro” al México moderno; a pesar de no compartir la misma ideología del político. El artista aceptó el encargo y junto con otros pintores[25], también de izquierda, “pintó” la imagen del mexicano.
Diego Rivera se opuso al fascismo y al antisemitismo, se caso con Frida Kalho cuyo padre era de origen judío, fue amigo de los algunos intelectuales judíos que llegaron de Europa[26] entre ellos León Trotsky. No cabe duda que el pintor muralista condenaba todas las posturas racistas, por esta misma razón nos parecen desconcertantes las declaraciones que hizo en una entrevista que le concedió a un diario judío en el año de 1947, ahí declaró lo siguiente:
Seguramente tengo en mis venas sangre judía. Una de mis antepasadas y no muy lejana de nuestra época fue una “Acosta”. No cabe duda que pertenezco por eso a la gran familia sefaradita ibero-holandesa, cuyo nombre se inmortalizó con el célebre Uriel. Hacia el año 1500 esta familia fue expulsada por judaizante de España.[27]

          Es paradójico que para afirmar su postura contra el antisemitismo hable de “tener en sus venas sangre judía” lo cual le daría validez a todos aquellos que sostienen que existe tal cosa como un vínculo identitario determinado por la herencia genética. A está paradoja podemos agregar otra, que en el contexto mexicano tiene relevancia, su identificación con los judíos “sefaraditas”, la palabra hebrea Sfarad quiere decir “España”, en otras palabras, se considera heredero de la genealogía española a partir de su supuesto vínculo con los judíos. Dicho en otras palabras, y siguiendo a Adorno y Horkheimer cuando afirman que: “Lo patológico en el antisemitismo no es el comportamiento proyectivo como tal, sino la ausencia de reflexión en el mismo.”[28] Podríamos afirmar que uno de los encargados de pintar el “rostro” del mexicano, donde supuestamente debía resaltarse la fusión de lo hispano con lo indígena, se construyó a sí mismo una herencia racial “judeoespañola” que privilegió sobre la indígena. Por supuesto que la búsqueda de una identidad a partir de un imaginario tal alejado no implica necesariamente un rechazo a su genealogía indígena pero sí indica que no es ahí donde buscó su identificación mientras que en los murales centró ahí el factor identitario colectivo.

9. Conclusiones
A manera de conclusión se podría afirmar que en México nos encontramos que el anti indigenismo instrumentado por los conquistadores españoles como mecanismo de dominación desembocó en un racismo con características muy particulares.
          La ideología colonizadora española demonizó las prácticas sacrifícales rituales de los habitantes de estas tierras construyendo un “otro” en el que depósito aquellos elementos que no soportaba de sí mismo.  Como uno de los elementos de segregación se recurrió al color de la piel donde lo blanco se ubicó en el extremo positivo mientras que lo moreno en el negativo; con el mestizaje esta valoración a partir de la cromática dérmica se fue interiorizando llevando a los individuos a despreciar en su propio cuerpo los elementos de identificación con su pasado indígena.  
          Tanto en los sectores excluyentes como en los humanistas la universalidad pasa por lo católico y en el inconsciente de todos, después de tantos años de colonialismo, lo blanco sigue siendo un distintivo de superioridad moral, económica y social. Las herramientas que nos proporcionaron Adorno y Horkheimer para comprender el Antisemitismo europeo de mediados del siglo pasado nos ayudan a explicar las prácticas de exclusión en México y nos permiten comprender como en ambos casos, el racismo pseudocientífico seculariza elementos de exclusión que durante siglos formaron parte de la expansión política del cristianismo.



Bibliografía citada
1.   Adorno Theodor W. y Horkheimer Max, Dialéctica de la Ilustración; Fragmentos Filosóficos; Introducción y traducción de Juan José Sánchez, Editorial Trota, Madrid 1994, primera edición en Alemán 1947 en la editorial Querido de Ámsterdam y se reeditó en 1969
2.   Bartolomé de las Casas, Tratados I, Fondo de Cultura Económica, México, 1965
3.   Borrego Salvador, Derrota Mundial; Supracapitalismo y Marxismo en Pareja Globalizadora, México, Tipografías Editoriales, 1955
4.   Feibelman de Teresa, “Diego Rivera nos dijo”, en: Tribuna Israelita; Órgano Mensual de la Béne Berith,  Año III, - No. 28 México, D.F. Marzo de 1947, pp. 8-10
5.   Gojman Alicia, “Diego Rivera y la comunidad judía de México”, en Diego Rivera y la Inquisición; Un Puente en el Tiempo, CONACULTA, México, 2008
6.   Mate Reyes, Estudio Introductorio a la Cuestión Judía, en Bruno Bauer y Karl Marx, La cuestión Judía, Ántrhropos, Barcelona, 2009
7.   Sepúlveda, “Prologo del doctor Sepúlveda a los señores de la congregación”, en: Bartolomé de las Casas, Tratados I, Fondo de Cultura Económica, México, 1965. pp. 287-329
8.   Servando Teresa de Mier, “Sermón Guadalupano 1794”, en: Los imprescindibles; selección y prólogo Héctor Perea, Ediciones Cal y Arena, México 1997.
9.   Vasconcelos José, La Raza Cósmica, México, Editorial Porrúa, 2001
10.           _______________, Ulises Criollo, prólogo de Sergio Pitol, Editorial Porrúa, México 2001.


[1] T. W. Adorno y M. Horkheimer Max, Dialéctica de la Ilustración; Fragmentos Filosóficos; Introducción y traducción de Juan José Sánchez, Editorial Trota, Madrid 1994.
[3] Esto se abordara más adelante cuando se trabaje a Vasconcelos
[4] W. Benjamin, Tesis sobre filosofía de la historia, en: Mate, Reyes. Medianoche en la historia. Comentarios a las Tesis de Walter Benjamin <>, Trotta, Madrid, 2006. Tesis VII

[5] Fray Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Colegiada por el obispo don Fray Bartolomé de las Casas o Casaus, de la Orden de Sancto Domingo, año 1552, en Bartolomé de las Casas, Tratados I, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, pp. 3-173. p. 69
[6] F. Nietzsche, La genealogía de la moral; un escrito polémico, Alianza Editorial, Madrid, 1972. p. 69
[7] Adorno y Horkheimer, op. cit. p. 222
[8] Ibid. p. 229-30
[9] Sepúlveda, “Prologo del doctor Sepúlveda a los señores de la congregación”, en: Bartolomé de las Casas, Tratados I, op. cit.  pp. 287-329. p. 315
[10] Fray Bartolomé de las Casas, “Prólogo del obispo de Chiapas a los señores de la congregación” 331-459, en; op. cit. p.395
[11] R. Mate, “Estudio Introductorio a la Cuestión Judía”, en Bruno Bauer y Karl Marx, La cuestión Judía, Ántrhropos, Barcelona, 2009. p. X-XI
[12] Fray Bartolomé de las Casas, op. cit. p. 377
[13] Fray Servando Teresa de Mier, “Sermón Guadalupano 1794”, en: Los imprescindibles; selección y prólogo Héctor Perea, Ediciones Cal y Arena, México 1997. p. 27
[14] Adorno y Horkheimer, op.cit. p. 221
[15] Revista editada en 1940 y que contó con 16 números
[16] S. Borrego, Derrota Mundial; Supracapitalismo y Marxismo en Pareja Globalizadora, México, Tipografías Editoriales, 1955
[17] J. Vasconcelos, Ulises Criollo, prólogo de Sergio Pitol, Editorial Porrúa, México 2001. p. 3
[18] Ibid. p.5
[19] J. Vasconcelos J., La Raza Cósmica, México, Editorial Porrúa, 2001. p. 26
[20] Ibid. p. 13
[21] Ibid. p. 27
[22] Ibid. p. 21
[23] Ibid. p.16
[24] Como lo encontramos en El Timón
[25] Entre los más famosos se encontraban Siqueiros y Orozco
[26] Gojman A., “Diego Rivera y la comunidad judía de México”, en Diego Rivera y la Inquisición; Un Puente en el Tiempo, CONACULTA, México, 2008
[27] Feibelman de, Teresa, “Diego Rivera nos dijo”, en: Tribuna Israelita; Órgano Mensual de la Béne Berith,  Año III, - No. 28 México, D.F. Marzo de 1947, pp. 8-10. p.8
[28] Adorno y Horkheimer, op. cit, p.233

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